II

A veces tropieza con las piedras. Y no unas piedras materiales, sino unas metafóricas. A veces tropieza.

Antes, como pájaro herido, buscaba donde acicalarse las alas y atusarse el orgullo. Y perdía tiempo en ello, a puñados, a montones. Se hizo muy mayor sin darse cuenta y sintió que no había vivido lo suficiente. Que la vejez prematura se le había juntado con la juventud retardada.

Entonces llegó ella, llena de heridas y cicatrices, completamente despeinada, como si acabara de correr desnuda por el bosque. Y era bella, como el musgo, como el agua. Y tropezaba como el resto. Incluso con más frecuencia. Era esa forma suya de vivir la vida a flechazos, a ráfagas, a momentos.

Volvió a sentirse como un pajarillo bajo el ala de esa chica salvaje. No sabía nada y tenía todo un mundo por descubrir. Ahora cuando tropieza vuelve a desplegar las alas y, sin calcular distancias ni mirar atrás, vuela y sonríe. Sonríe porque ahora tiene un recuerdo más en el que pensar cuando sea mayor. Sonríe porque ahora tiene menos plumas y se parece un poco más a ella.


2 comentarios:

Noor dijo...

Me encanta... ¡Buf! Pagaría por ver en qué pensaba esa cabecita tuya al escribirlo.
Una pregunta, ¿"Ella" es la misma "Ella" que la de la entrada I?
Un beso y sigue así :)

Wanderer dijo...

Gracias por dejarte caer por aquí y muchas más gracias por comentar!

Respondiendo a tu pregunta; Sí, en principio es la misma "ella", por eso volví a compararla con el musgo y con el agua. Sin embargo, tampoco pretendo hacer una historia continuada, por lo que se podría interpretar como diferentes personajes sin relación, siendo cada entrada completamente independiente. Cada uno que se quede con lo que más le convenzca.. Al fin y al cabo el lector es el protagonista a la hora de interpretar un texto!