III

Le encantaba despertarse con su hermana al lado incordiando. En ese momento era un fastidio que le sacaran de su sueño con un montón de frias manitas tocándole la cara, y chillando y riendo. Especialmente cuando su hermana se cansaba de esperar su despertar y se llenaba la boca con un trago de agua fria que le soltaba en la cara. Era un fastidio, sí, pero le llenaba de ternura. Esa criatura que no entendía de problemas, ni de sueño ni de ojeras, que sólo quería estar con ella. Esa pequeña criatura, movida por una fuerza que tampoco podía comprender, pues ¿quién comprende acaso el amor?, se tumbaba en su cama, muy cerca, haciendo que su hermana notara sus exalaciones en la tripa, y sus pestañeos en el pecho. Y una gran sonrisa iluminaba esa mañana por lo demás oscura, y se le olvidaban el cansancio y las pesadillas.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Queda preciosísimo leído! Me encanta :))))
Ali

Vika dijo...

Qué sugerente y qué tranquilidad el escucharlo a la vez que lo lees... Wau