IV

Cual sirena desamparada en la ciudad caía arena del dobladillo de su falda y tenía siempre un aspecto húmedo, el cabello mojado rebelándose contra las horquillas. Sonreía y se remangaba, y resbalaba arena por sus antebrazos y muñecas. Ella, salvaje chica de mar, enamorando con esa forma en la que brillaban sus dulces orejas con la mica de la playa. Ella, valiente espíritu del agua.

Y morena del sol y con la nariz llena de pecas se aleja por la calle dejando un rastro de arena. Para que la sigas, para que la quieras.




 

1 comentario:

Sally dijo...

Me encantan tus chicas con pecas, jaja, y el mar, y el pelo mojado, y los rastros de arena...